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Alcohol y eje intestino-hígado: Impacto del consumo de alcohol en la salud digestiva

Alcohol y eje intestino-hígado: Impacto del consumo de alcohol en la salud
digestiva

Dra. Elda Iris Barrera

2 de Septiembre de 2024

El arraigo del consumo de alcohol en diversas culturas lo ha convertido en la droga más consumida del mundo, afectando al 4% de la población adulta y siendo la séptima causa de muerte. Un individuo se considera que tiene un consumo riesgoso de alcohol cuando tiene un puntaje de 8 o superior en el Cuestionario de Identificación de trastornos por consumo de alcohol (AUDIT) e ingiere entre 40-60 g (en hombres) o 20-40 g (en mujeres).

Alteraciones en el eje intestino-hígado

Los efectos patológicos del alcohol en el sistema digestivo dependen en parte del eje intestino-hígado. Esta relación bidireccional facilitada por la circulación enterohepática implica el transporte de productos digestivos y bacterianos desde el intestino al hígado, y el retorno de bilis, anticuerpos y citocinas al intestino.

Modificaciones en el microbioma intestinal

La ingestión de alcohol, tanto de manera crónica como social, altera este eje al modificar la composición del microbioma intestinal, el metaboloma y la barrera epitelial intestinal. También disminuye la producción de moco y péptidos antimicrobianos, como las α-defensinas. Además, el alcohol puede afectar la motilidad intestinal, el pH de la luz intestinal y el flujo de bilis.

Efectos del acetaldehído en la salud digestiva

La toxicidad del alcohol está dada por su metabolito, el acetaldehído, que también puede ser producido por varias bacterias del colon. Este metabolito en el colon puede provocar alteraciones en las proteínas de las uniones estrechas (claudinas, ocludinas y zona occludens), promoviendo la disfunción de la barrera intestinal. Esto ocasiona disfunción inmune y aumento de las citocinas proinflamatorias, como el TNF-α y la IL-1β.

Disrupción de la barrera intestinal y su impacto en el hígado

La disrupción de la barrera intestinal provoca un aumento en la permeabilidad intestinal, permitiendo la translocación de lipopolisacáridos (LPS) y su llegada al hígado a través de la circulación portal. En el hígado, el LPS se une al TLR4 en las células de Kupffer, que, en conjunto con las especies reactivas de oxígeno, estimulan la síntesis de TNF-α e IL-1β. TNF-α regula a la baja la expresión del gen PPARγ, favoreciendo la expresión de genes que participan en la β-oxidación, contribuyendo al desarrollo de esteatosis. TNF-α y IL-1β también dan lugar a la producción de IL-6 por las células de Kupffer, perpetuando el estado inflamatorio. La producción de IL-6 por parte de las células de Kupffer favorece la inflamación a través de retroalimentación positiva de las células de Kupffer y la activación de la respuesta Th17. La IL-8 provoca la quimiotaxis y activación de neutrófilos, causando inflamación y daño tisular. La IL-10 promueve la apoptosis de macrófagos.

Impacto del consumo de alcohol en el microbioma intestinal

Se ha demostrado que el consumo de alcohol provoca una reducción en Bacteroidetes, Clostridia, Verrucomicrobia, Akkermansia y Faecalibacterium, y un aumento en Proteobacteria, Gammaproteobacteria, Enterobacteriaceae, Streptococcus y Bacilli, lo que lleva a un desequilibrio del microbiota (disbiosis). Otra alteración en el microbiota del intestino es la reducción de la producción de ácidos grasos de cadena corta, los cuales son productos beneficiosos de la fermentación con actividad antiinflamatoria e inmunomoduladora.

Alteraciones en los ácidos biliares

Se ha demostrado que los ácidos biliares están alterados en sujetos que consumen alcohol, con un aumento en la proporción de ácidos biliares secundarios y la concentración total de ácidos biliares, así como un aumento en la proporción conjugada con glicina en lugar de taurina, debido a la reducción de aminoácidos en la luz intestinal.

Los individuos con consumo riesgoso, abuso y alcoholismo a menudo no presentan síntomas evidentes y, por lo tanto, es difícil que acudan a consulta médica. Por lo tanto, debemos promover el consumo moderado de bebidas alcohólicas y hacer hincapié en que, a pesar de ser habitual y normalizado, el consumo de alcohol provoca cambios importantes en nuestra salud. La disbiosis y la hiperpermeabilidad intestinal inducidas por el consumo de alcohol provocan inflamación al alterar los mecanismos pro y antiinflamatorios.

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