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El silencio peligroso: desentrañando las MAV y sus trampas diagnósticas

El silencio peligroso: desentrañando las MAV y sus trampas diagnósticas

Equipo Editorial Reto MD

12 de Septiembre de 2025

Colegas, ¿cuántas veces hemos escuchado que “lo básico es lo más importante”? Puede parecer obvio, pero en la vorágine de la práctica médica, a menudo pasamos por alto fundamentos que, si se dominan, pueden marcar la diferencia entre un diagnóstico oportuno y una catástrofe. Hoy quiero que hablemos de las Malformaciones Arteriovenosas (MAV), esas anomalías vasculares que, por su naturaleza silenciosa, son verdaderas maestras del engaño.

El engaño del silencio: no subestimes al asintomático

Una MAV es un ovillo anormal de vasos sanguíneos que conecta directamente arterias y venas, saltándose los capilares. Esto significa que los tejidos circundantes no reciben la sangre oxigenada que necesitan, lo que puede llevar a daño tisular y muerte celular. Lo crucial aquí es que, en la mayoría de los casos, las personas con MAV en el cerebro o la médula espinal experimentan pocos o ningún síntoma significativo. Pueden pasar años sin dar la cara. Pero no nos engañemos: el mayor peligro de una MAV es la hemorragia. Un sangrado masivo, incluso fatal, puede ocurrir sin previo aviso. Puede parecer obvio, pero un error frecuente es subestimar el riesgo en pacientes asintomáticos o con síntomas vagos. La ausencia de síntomas no es sinónimo de ausencia de peligro.

Más allá del dolor de cabeza: la semiología no miente

Cuando una MAV decide manifestarse, sus síntomas pueden ser variados y a menudo inespecíficos, lo que complica el diagnóstico. Hablamos de convulsiones, dolores de cabeza (que a veces se sienten consistentemente en el mismo lugar, lo que puede indicar la ubicación de la MAV), problemas visuales, debilidad muscular, dificultades del habla o del movimiento, sensaciones anormales e incluso problemas cognitivos.

Volvamos a lo básico: un principio que nunca debemos olvidar es la importancia de una anamnesis y un examen físico exhaustivos. Prestar atención a los detalles, por sutiles que parezcan, es fundamental. Y aquí viene un clásico: el bruit. Ese sonido rítmico y sibilante causado por el flujo sanguíneo inusualmente rápido a través de la MAV. Auscultar con atención puede darnos una pista invaluable que nos guíe hacia el diagnóstico correcto.

No todas las lesiones vasculares son iguales: conoce a tu enemigo

Otro punto donde a menudo se cometen errores es en la diferenciación de las lesiones vasculares. No todas las malformaciones son MAV. Existen las malformaciones cavernosas, las telangiectasias capilares y las anomalías venosas del desarrollo, por nombrar algunas. Cada una tiene su propia fisiopatología, su riesgo de hemorragia y, por ende, su enfoque de manejo. Esto es un error de principiante que incluso médicos experimentados cometen: asumir que todas las ‘malformaciones vasculares’ son iguales. Entender las diferencias es crucial para determinar el riesgo real y la necesidad de intervención. Por ejemplo, las telangiectasias capilares rara vez causan daño extenso, mientras que las MAV tienen un riesgo de hemorragia significativo. 

El arte de la decisión: tratamiento individualizado

Una vez que sospechamos una MAV, las herramientas diagnósticas son clave: la angiografía cerebral es la más precisa para visualizar la estructura de los vasos, pero la tomografía computarizada (TC) es excelente para detectar hemorragias, y la resonancia magnética (RM) y la angioresonancia (ARM) nos dan detalles sobre los tejidos y el flujo sanguíneo. 

El tratamiento de las MAV es complejo y debe ser individualizado. Las opciones incluyen cirugía convencional, embolización endovascular (a menudo complementaria para reducir el flujo sanguíneo y hacer la cirugía más segura) y radiocirugía. El error aquí es pensar en un ‘protocolo único’. La decisión de intervenir se basa en un cuidadoso balance entre el riesgo de hemorragia de la MAV y los riesgos inherentes al tratamiento, que pueden ser graves. Cada caso es un mundo y requiere una evaluación minuciosa.

En resumen, colegas, las malformaciones arteriovenosas son entidades complejas que exigen nuestra máxima atención. No subestimemos su naturaleza silenciosa, seamos meticulosos en la semiología, diferenciemos correctamente las lesiones vasculares y abordemos cada caso con una estrategia de tratamiento individualizada. La vigilancia y el dominio de estos fundamentos son nuestra mejor herramienta para proteger a nuestros pacientes. Sigan aprendiendo, sigan cuestionando y, sobre todo, sigan siendo los médicos que marcan la diferencia.

Referencias:

National Institute of Neurological Disorders and Stroke. (2023). Arteriovenous Malformations (NIH Publication No. 23-NS-4854). National Institutes of Health.

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